Las respuestas a la mayor parte de los inmunogenos proteicos
pueden empezar solo después de que el inmunogeno es capturado, procesado y presentado
por una APCs. La razón de esto es que las células T solo reconocen inmunogenos
unidos a proteínas de complejo principal de histocompatibilidad (MHC) en la
superficie de las células.
Hay dos clases diferentes de proteínas de MHC, cada una de
las cuales es reconocida por uno de los
dos subgrupos principales de linfocitos T. las proteínas del MHC clase I
se expresan por prácticamente todos los tipos de células somáticas y se usan
para presentar sustancias a las células T CD8, la mayor parte de las cuales es
citotóxica. Por lo tanto, casi toda célula puede presentar antígenos a las
células T citotóxicas y, en consecuencia, actuar como el blanco de una
respuesta citotoxica. Por otra parte, las proteínas del MHC clase II se
expresan únicamente por macrófagos y por algunos otros tipos celulares, son
necesarias para la presentación de antígenos a células T CD4 (subgrupo que
incluye a la mayor parte de las células cooperadoras).
Puesto que la activación de la célula cooperadora es
necesaria para prácticamente todas las respuestas inmunitarias, las APCs que
poseen moléculas de clase II desempeñan una función fundamenta en el control de
tales respuestas. De hecho, aunque se utilicen de otro modo, el término “célula
presentadora de antígeno” solo se refieren a las células especializadas que
tienen proteínas del MHC clase II. Estas células, a veces llamadas APCs
“profesionales”, incluyen a las células dendríticas, macrófagos, y linfocitos
B.
- Activación de linfocitos T cooperadores
Las células T cooperadoras (TH) son los principales
elementos generadores de la respuesta inmunitaria, puesto que son necesarias
para la activación de los otros dos tipos de células efectoras linfoides:
células citotóxicas T (TC) y células plasmáticas secretoras de anticuerpo. La
activación de la célula TH se presenta al inicio de la respuesta inmunitaria, y
requiere cuando menos dos señales. Una señal que se inicia por la unión del
receptor, de la célula T al complejo antigénico péptido-MHC en la superficie de
la APCs y se trasmite a través del complejo proteínico CD3. La segunda, señal
estimulante, también requiere un contacto íntimo entre la superficie de la APCs
y de la célula TH, y por lo general quien la emite es una proteína receptora de
la célula TH llamada CD28 cuando esta se fija a una de las dos proteínas B7
presente en la superficie de la APCs.
Juntas, las dos señales inducen a la célula T cooperadora,
para que comience a secretar una citocina llamada interleucina 2 (IL-2), y
también para que inicie la expresión de receptores IL-2 de afinidad sumamente
especifica en su superficie.
La IL-2 es un factor
mitógeno muy potente para los linfocitos T y resulta esencial para la respuesta
proliferativa de células T activadas. La proteína IL-2 tiene una degradación
rápida fuera de la célula y, por tal razón, solo actúa en distancias muy cortas.
De hecho, se considera que la IL-2 ejerce sus efectos mayores en la célula de
la cual se secreta fenómeno que se conoce como efecto autocrino. Aun cuando la
célula T haya recibido ambas señales de activación a partir del contacto con
una APCs, no comenzará a proliferar en ausencia de actividad de IL2 o si se
bloquean sus propios receptores de superficie de IL2. La IL2 secretada por una
célula T H activada también puede actuar sobre células de vecindad inmediata,
en el llamado efecto paracrino; esto es importante en especial para la
activación de células Te. Que casi nunca producen suficiente IL2 para estimular
su propia proliferación. Además de la IL2, las células T H activadas secretan
otras citocinas que promueven crecimiento, diferenciación y funciones de
células B, macrófagos y otros tipos celulares.
- Activación de células B y de células T citotóxicas
En tanto las células T H se activan de la manera descrita,
algunas células B también enlazan al inmunogeno por medio de sus receptores de
antígeno, los cuales son variedades unidas a la membrana de los anticuerpos que
habrá de secretarse con posterioridad. A diferencia de las células T, las
células B reconocen a un inmunógeno en su forma libre y no transformada. La
fijación de antígenos específicos es una de las dos señales necesarias para la
activación de la célula B. La segunda señal surge con la activación de las
células T H> las cuales expresan proteínas que ayudan a activar a la célula
B a través de su fijación a receptores de no inmunoglobulinas localizados en su
superficie. Este segundo tipo de señal, llamada cooperación de la célula T,
puede actuar sobre cualquier célula B sin importar su especificidad antigénica.
La variante más eficaz de cooperación mediada por contacto se presenta cuando
una proteína llamada ligando de CD40 (CD40L), expresado sobre células T H sólo
después de su activación, se enlaza a una proteína llamada CD40 sobre células
B. De hecho, el contacto con una célula TH activada puede ser suficiente para
activar a una célula B en reposo, aun cuando sus inmunoglobulinas de superficie
no hayan entrado en contacto con un antígeno; esto se conoce como activación de
célula B espectadora. No obstante, la combinación de la fijación de antígeno y
los factores cooperadores producen las señales mitogénicas más fuertes, por lo
cual a través del tiempo las clonas específicas a antígeno exceden en
crecimiento cualesquier células espectadoras activadas. Algunas células B en la
clona activada se diferencian a células plasmáticas que secretan anticuerpos
específicos para el inmunógeno. Los linfocitos Tc actúan para erradicar las
células que expresan antígenos extraños en sus superficies, como las células
del huésped infectadas por virus. La mayor parte de las células Tc expresan CD8
más que CD4 y, por tanto, reconocen antígenos en relación con clase I más que
proteínas del MHC de clase ll. Cuando una célula somática está infectada por un
virus, algunas proteínas virales inmunógenas pueden sufrir una transformación
dentro de la célula y es posible que los péptidos que se originan luego
aparezcan como complejos de superficie con moléculas del MHC de clase I. Estos
complejos péptido MHC después pueden ser reconocidos por el receptor de célula
T como una clona específica del antígeno, lo cual proporciona 1 de 2 señales
necesarias para la activación celular de los linfocitos T citotóxicos. Esta
primera señal, por sí sola, induce receptores para IL2 de gran afinidad en el
linfocito T citotóxico. La segunda señal la proporciona la IL2 secretada por un
linfocito TH activado cercano. Al recibir ambas señales la célula Tc activada
adquiere actividad citotóxica, la cual le permite matar a la célula a la que
está unida, así como a cualesquier otras células que tengan los mismos
complejos péptido-MHC de clase l. En algunos casos la muerte se origina debido
a que el Tc libera toxinas específicas sobre la célula blanco; en otras, el Tc
induce a la célula blanco a que se "suicide" mediante apoptosis. La
célula Tc activada también prolifera, dando origen a células Te adicionales con
el mismo grado de especificidad a antígeno.
- Mecanismos de eliminación de antígenos
La función principal del sistema inmunitario es buscar y
destruir sustancias extrañas en el cuerpo. En parte, esto puede lograrse de
varias maneras según la naturaleza de la sustancia extraña. Una de ellas, es la
muerte citotóxica directa de las células blanco que tienen antígeno, por parte
de las células Tc activadas. La mayor parte de los mecanismos inmunitarios
requiere anticuerpos, de los cuales los más importantes se presentan a
continuación.
Neutralización de toxinas
Los anticuerpos específicos para las toxinas bacterianas o
para el veneno de insectos o víboras se unen a estas proteínas antigénicas y,
en muchos casos, las inactivan directamente por medio de efectos estéricos.
Además, la formación de un complejo antígeno anticuerpo favorece la captura y
fagocitosis de estas toxinas por macrófagos y otros fagocitos. Debido a su
eficacia, los anticuerpos preformados contra toxinas o venenos con frecuencia
se inyectan con fines profilácticos o terapéuticos, como medio para proteger a individuos
no inmunizados expuestos recientemente a toxinas específicas o se encuentran en
riesgo de exposición.
- Neutralización de virus
Los anticuerpos específicos para las proteínas en la
superficie de un virus pueden bloquear la unión del virus a las células blanco,
en particular cuando los anticuerpos se unen en el sitio de enlace celular con
el virus o cerca de tal área. Esto proporciona el medio para que anticuerpos
preexistentes puedan proteger contra nuevas infecciones virales. No obstante,
una vez establecida la infección viral, a menudo la neutralización es menos
importante que la acción citotóxica de las células Tc para erradicar la
infección.
- Opsonización y activación de fagocito
Los anticuerpos que recubren bacterias u otras partículas
antigénicas pueden actuar como opsoninas para favorecer la fagocitosis. Esto se
origina debido a que los macrófagos y otros fagocitos llevan receptores Fc de
superficie que facilitan el englobamiento de partículas recubiertas por
anticuerpo. Así, del mismo modo en que los macrófagos controlan la función de
los linfocitos a través de su desempeño como APCs, los linfocitos B regulan la
función de los macrófagos al dirigir dichos fagocitos a blancos antigénicos
específicos por medio del proceso de opsonización.
Las respuestas inmunitarias también afectan de otros modos
las funciones de los fagocitos. Por ejemplo, algunas células T H activadas
liberar interferón y (IFN y) y otras citocinas liberadas de las cuales son
activadores potentes del macrófago. La activación resultante aumenta la
actividad fagocítica del macrófago, y puede ocasionar la secreción de muchas
otras citocinas y mediadores. Los linfocitos activados también producen IL2 a
IL4, así como u, factores estimulantes de colonias, todos los cuales regulan el
crecimiento y la función del macrófago.
- Activación del complemento
Ciertos tipos de anticuerpos pueden activar la vía del
complemento cuando forman complejos con un antígeno. Si el anticuerpo se une a
la superficie de una célula, como una bacteria, la cascada de reacciones
enzimáticas del complemento puede conducir a la lisis de la célula, lo cual
proporciona un medio importante para destruir invasores extraños. Algunos
productos de la cascada del complemento también actúan como opsoninas cuando se
unen con un complejo antígeno- anticuerpo, mientras otros son Quimio atrayentes
para los neutrófilos; otros más originan la liberación de mediadores
inflamatorios, como la histamina, a partir de las células cebadas y de los
basófilos.
- Citotoxicidad mediada por células dependientes de anticuerpo
Una clase principal de anticuerpos, llamada lgG, se une a
receptores Fc en las superficies de células asesinas naturales (NK) y algunos
otros tipos celulares, y les permite efectuar un tipo de muerte celular
específica a antígeno llamada citotoxicidad mediada por células dependientes de
anticuerpo (ADCC, del inglés antibody-dependent-cell-mediated cytotoxicity).
Los anticuerpos IgG unidos a la superficie de la célula la capacitan para que
se una específicamente a células blanco que contienen al antígeno, ya sean
bacterias o parásitos multicelulares y destruya a la célula blanco con
citotoxinas. Se dice que los anticuerpos "arman" las células para
practicar ADCC y son absolutamente necesarios para tal muerte; este hecho
distingue la ADCC de la citotoxicidad mediada por Tc ya que ésta se efectúa
independientemente de los anticuerpos.
Referencias:
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Banchereau
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Watts C:
Capture and processing of exogenous antigens for presentation on MHC molecules.
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